lunes, 27 de noviembre de 2017

AREQUIPA

Domingo en Lima y no toca madrugar. Así que... tranquilidad y a esperar que vengan a buscarnos para ir al aeropuerto.
Hemos tenido una agradable estancia en la capital peruana y hemos disfrutado de varias zonas atractivas como ya relatamos en su momento. Tendremos más tiempo cuando regresemos antes de volver a España.


Pero ahora toca volar rumbo a la ciudad de Arequipa, la segunda del Perú y que se encuentra a unos mil kilómetros.
Antes de nada tenemos que empezar recordando que aquí nació el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, de cuyas novelas se han hecho diferentes adaptaciones al cine. Dos de ellas dirigidas por el también peruano Francisco José Lombardi: "La ciudad y los perros" (1985) y "Pantaleón y las visitadoras" (2000).
En poco más de una hora aterrizamos y aprovechamos el recorrido desde el aeropuerto para que nos cuenten un poco la realidad de esta ciudad, "sitiada" por volcanes que despuntan hasta unos 6.000 metros de altitud.
Ya la propia urbe se sitúa por encima de los 2.300 metros. Nos iremos aclimatando a la altura, aunque solo vamos a disfrutar de una breve estancia en Arequipa.


Nos detenemos en un mirador desde el que divisamos tres de esos volcanes, que están dormidos pero activos.
Continuamos el recorrido hasta llegar al barrio de Yanahuara, con sus típicas casas, que se conservan de la época colonial, y callejuelas, que recorremos hasta desembocar en la Plaza de Armas (ya hemos averiguado que en Perú reciben ese nombre las plazas principales de sus ciudades).
Está muy animada la plaza cuando llegamos y alcanzamos a ver por fuera su iglesia de estilo barroco mestizo o arequipeño.
Llegamos finalmente al corazón de Arequipa, su Plaza de Armas, presidida por una interesante catedral que no podremos ver hasta mañana porque ahora está cerrada.


Ahí está nuestro hotel. Nuestra amable guía espera a que dejemos el equipaje para completar este pequeño recorrido visitando la cercana iglesia de la Compañía, así llamada porque fue erigida por la Compañía de Jesús, o sea, los jesuitas que levantaron también un colegio al lado.
El estilo es el mismo de la iglesia que visitamos antes, con una fachada en la que se representan los dioses y símbolos autóctonos, abajo, y las representaciones católicas arriba, dominando el conjunto.
Esta sí podemos visitarla por dentro porque se está oficiando la misa del domingo por la tarde.
Pasamos, asimismo, a lo que fue el claustro de un colegio regido por los jesuitas hasta que fueron desposeídos de todas sus propiedades y expulsados de Sudamérica por decisión del rey Carlos III.


Finalizada esta breve visita guiada damos un paseo ya por nuestra cuenta, recorriendo la animada plaza y sus calles aledañas, hasta que decidimos volver al hotel, que dispone de una estupenda terraza con vistas a esa plaza.
A pesar de que hemos percibido un descenso en la temperatura, todavía podemos disfrutar de un buen rato al aire libre.


Pero cuando ya toca cenar, decidimos meternos para dentro. Nos han recomendado una serie de manjares peruanos a los que nos aplicamos sin dudarlo, con la compañía de un buen vino tinto también peruano.
¡Qué bien vamos a dormir!



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